Los inicios de la arqueología islámica
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The recovery of the important documental and monumental Andalusí legacy was one of the most outstanding archaeological initiatives of the Age of Enlightenment for the history of Spain. The study of the Arabic antiques of Spain, supported by the Crown since the reign of Philip V, was driven by the Royal Academies of History and Fine Arts of San Fernando, developing important scientific, numismatic, and epigraphic projects, as well as those documenting Spanish Muslim art; all of which make up the origin of Spanish Arabism, and one of the most significant initiatives in the group of orientalist studies in Europe of the 18th century. El interés y admiración por la cultura árabe, tan presente en la España medieval, sufrieron un brusco quebranto con la finalización de la reconquista, la irrupción del Renacimiento y la extensión de la cultura de la Contrarreforma, de modo que desde la segunda mitad del siglo XVI, y más aún, tras la expulsión de los moriscos, se da la espalda a una página trascendental de nuestra historia y nuestra cultura. Esto no impidió que eruditos e historiadores se interesaran por la historia de ese período y por los monumentos omnipresentes en una parte considerable de la geografía peninsular, pero desaparecida la asimilación de otros tiempos y la consideración como propias de tales manifestaciones artísticas, su estudio y comprensión quedaron relegados y en parte olvidados. Pese a que distintos historiadores a lo largo del siglo XVII ya pusieron de manifiesto el interés que presentaban los textos árabes para la formación de una historia de España mejor documentada y sustentada en testimonios más directos y objetivos, será en el siglo XVIII, de la mano del movimiento ilustrado, cuando esas aspiraciones empiecen a tomar cuerpo. En esta labor tuvieron un papel preponderante las Academias como instituciones creadas a instancias de la Corona con el fin de impulsar y difundir el conocimiento científico y de fomentar las artes y el buen gusto. La consideración de las obras arquitectónicas, de las demás obras de arte y de un modo especial de los monumentos epigráficos como testimonios de enorme utilidad para ilustrar y documentar la historia trajo consigo el nacimiento de la arqueología como ciencia en la que fundamentar la historia del pasado. Aunque España siguió en gran medida las corrientes imperantes en Europa y la admiración por el mundo clásico propuesto como modelo universal de estética y buen gusto se impuso como norma, cupo a nuestro país, en gran medida por las especiales circunstancias de su pasado histórico y la presencia de un legado cultural evidente, ser precursora en desarrollar una atención especial hacia los testimonios materiales que eran un reflejo del mundo oriental cuyo aprecio llegará a Europa en el siglo siguiente, en parte 1 Ibáñez de Segovia, 1687, 7-10. ANTONIO ALMAGRO GORBEA JORGE MAIER ALLENDE 230 merced al interés despertado tras el conocimiento de los monumentos de al-Andalus. Diversas circunstancias propiciaron que España se convirtiera en precursora de los estudios de las culturas orientales. En primer lugar, como ya hemos indicado, porque la presencia de construcciones, objetos y escritos de la cultura árabe en nuestro territorio hacía inevitable el contacto con ellos y por lo tanto era normal que despertara interés conocer su significado y su relación con los acontecimientos del pasado. Pero también la presencia de manuscritos en las bibliotecas o las necesidades de relación con vecinos tan cercanos como los del norte de África fueron causa de persistencia de personas conocedoras de la lengua árabe, bien de origen extranjero o españolas. Entre las primeras cabe destacar la presencia de diversos miembros de la comunidad maronita procedentes de lo que hoy es el Líbano o la costa de Siria. Aunque cristianos de rito oriental, su obediencia a Roma propició el paso de muchos de ellos por la capital del mundo católico a través de la cual llegaron a otros países occidentales y entre ellos a España, en donde encontraron acogida y trabajo. De entre ellos merece destacarse a Miguel Casiri, discípulo en Roma del padre jesuita Francisco Rávago y Noriega, después confesor de Felipe V, y por cuya mediación obtuvo en 1748 el cargo de traductor de lenguas orientales en la Biblioteca Real y más tarde en la de El Escorial. La importancia que algunos eruditos daban al interés por los estudios arábigos y por el papel que jugaron figuras como la de Casiri lo expresa la carta del P. Martín Sarmiento a Esteban Terrerros escrita a principios de 1755: «Al reverendísimo padre confesor [Francisco Rávago] escribí desde mi celda unos dieciocho pliegos sobre la importancia de introducir en España el estudio de la lengua arábiga. Al menos he conseguido ya que por su dirección se haya introducido la imprenta arábiga y que el sirio Don Miguel Casiri pasase al Escorial a registrar 1.600 códices arábigos manuscritos que allí se conservan y cuyo catálogo he leído. No sé en qué estado está el trabajo que imprime el señor Casiri. Estoy en que aunque tenga algunos defectos será utilísima para mucho. En Toledo ví montones de rollos de pergamino escritos en arábigo y que son compras, ventas, donaciones, testamentos y contratos que los moros toledanos hacían entre si. ¿Y cuántos de éstos estarán en los archivos de Córdoba, Sevilla, Jaén, Murcia, Valencia, Granada, etc.? Así creo que una paleografía arábiga en España y la traducción de algunos instrumentos y de algunos libros pertenecientes a cosas de España, sería un tesoro para descubrir antigüedades y perfeccionar la historia natural, la geografía, la cronología, la física, la botánica, la medicina, las artes mecánicas y las matemáticas. De tantos premios como hay para juristas, canonistas, teólogos, músicos, etc., bien se podrían sigilar algunos para los que se dedicasen a la lengua arábiga, a la erudición oriental y leer y traducir los monumentos arábigos manuscritos que hay en los archivos. A estos tocaba explicar las muchas monedas e inscripciones moriscas que aún se conservan y que cada día se descubren en la España oriental y meridional». Esta carta expresa con claridad el ambiente y el interés que se vivía en determinados círculos respecto a los estudios relativos a la cultura árabe y a las posibilidades que el conocimiento de la lengua podía aportar en múltiples áreas del saber. El catálogo de los manuscritos árabes de la Biblioteca de El Escorial elaborado y publicado por Casiri con el título Bibliotheca ArabicoHispana Escurialensis es sin duda una de sus más importantes aportaciones, pues a través de él empezó a dar noticias históricas de interés, extraídas de aquellos textos (fig. 2). Estas inquietudes cobraron especial relieve en la Academia de la Historia, en donde la preocupación por establecer una cronología segura de los hechos históricos motivó la búsqueda de fuentes fiables que podían aportar datos precisos. De este modo, desde 1748 se empezaron a estudiar y traducir cuantos documentos, ya fueran sobre papel, piedra o monedas, se juzgaron de utilidad, participando en la labor distintos académicos y de modo especial Pedro Rodríguez Campomanes, que mostró un marcado interés por la lengua árabe que aprendió de la mano del propio Casiri. Tanto Campomanes como Casiri ingresaron como académicos de número en ese año, siendo desde entonces fervientes impulsores de los estudios árabes junto con José Carbonell, maestro de lenguas orientales y buenas letras en la Real Academia de Guardia Marinas de Cádiz quien recibió el encargo de disertar sobre las utilidades y ventajas que puede conseguir la Historia de España por medio de los historiadores o escritos árabes, si existen impresos o manuscritos y precauciones que se deberán guardar para servirse de estos monumentos historiográficos , leyendo en la junta académica 14 marzo de 1749 el oportuno discurso sobre el tema en el que incluyó una relación de autores árabes que tenían escritas historias relativas a la España musulmana. 2 Carta de Martín Sarmiento a Esteban Terreros, Pontevedra, 17 de enero de 1755, en Filgueira y Fortes, 1995, 483-484. 3 Actas de la Real Academia de la Historia, 22 de noviembre de 1748. LOS INICIOS DE LA ARQUEOLOGÍA ISLÁMICA 231 De esta forma se inician una serie de trabajos encargados por la Academia a algunos de sus miembros para estudiar distintos objetos, especialmente inscripciones, de las que la Academia tenía noticia, como una inscripción árabe de Tortosa de la que el canónigo Antonio Cortés había remitido un dibujo, y otra procedente de una fuente de Portugal publicada por Cristóbal Rodríguez en la Bibliotheca universal de la polygraphia española y de las que Casiri dio cuenta a la corporación en este mismo año de 1748, o la inscripción fundacional de la alcazaba de Mérida levantada por Abd al-Rahman II, cuyo estudio fue encomendado a Campomanes, lo que prueba los conocimientos que ya había adquirido de lengua árabe, y de la que dio cuenta en 1752, presentando su traducción que se acordó fuera utilizada para elaborar la cronología del reinado de aquél emir cordobés. Los estudios sobre la presencia árabe en la Península fueron continuos y en este mismo año de 1752 Ignacio de Hermosilla realizó una disertación sobre la Cronología de la entrada de los árabes en España , que obtuvo el beneplácito del Conde de Torrepalma al manifestar que tenía «método en la distribución, juicio en las opiniones y que su autor es una pluma feliz en explicar lo que se propone con claridad y buen estilo». En años sucesivos llegaron a la Academia noticias de nuevas inscripciones árabes. En 1755 Antonio Mateos Murillo trajo un dibujo de una inscripción que se encontraba en al arco de la Puerta Real de Jerez de la Frontera, encargándose su traducción de nuevo a Campomanes. En 1758, Ignacio de Hermosilla presentó copia de una inscripción árabe hallada en el muro de una antigua iglesia de la orden de Calatrava en Badajoz, de cuya traducción se encargó a Campomanes y a Casiri, realizándose gestion
[1] T. Martínez,et al. El Cantábrico en la edad del hierro: medioambiente, economía, territorio y sociedad , 2011 .
[2] Juan Manuel Abascal Palazón,et al. Antonio Valcárcel Pío de Saboya, conde de Lumiares (1748-1808) : apuntes biográficos y escritos inéditos , 2009 .
[3] J. Valdés. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe (1816-1894): un romántico, escritor y anticuario , 2005 .
[4] Alberto J. García,et al. Estudios de numismática arábigo-hispana: considerada como comprobante histórico de la dominación islámica de la Península , 2001 .