Adecuación y aceptabilidad en la traducción de textos dramáticos

En 1960 Edmond Cary escribia: «La seule traduction digne de ce nom d'une piece de theâtre est la traduction livresque, la version injouable. Pour peu que le texte produit soit lisible et theâtralement acceptable, ce n'est plus de la traduction».1 Con ello expresaba de forma paradojica su oposicion a la aporia a la que se veia abocada la teoria de la traduccion por el cientifismo reduccionista de algunas posiciones extremas que planteaban la traduccion como una simple ecuacion de equivalencia entre dos sistemas linguisticos. El tono tajante de la afirmacion tenia su origen en la polemica que oponia Edmond Cary a Andrej V. Fedorov,2 y que era en el fondo el del enfrentamiento entre dos concepciones distintas de la traduccion: la traduccion como arte y la traduccion como ciencia. La dicotomia entre arte y ciencia surge con el advenimiento de la linguistica y de sus metodos, que propone a la traduccion un nuevo modelo epistemologico, frente al antiguo arte de la traduccion que no pretendia formular un marco teorico propio. Para dar por buenas las tesis de Fedorov, segun las cuales la linguistica era el unico metodo de vertebrar cientificamente la traduccion, habria que dar por supuesto que la traduccion es una operacion exclusivamente linguistica, y, como argumenta Cary, la traduccion —a pesar de tener por objeto enunciados linguisticos— no es una operacion exclusivamente linguistica.3 No puede serlo, al menos, en el sentido estrecho de la linguistica de Fedorov, que en su deseo de sentar las bases cientificas de la traduccion, propugna la existencia para la misma de leyes