80 An Pediatr (Barc) 2005;63(1):77-88 vención quirúrgica. En la literatura médica no queda claramente establecido, puesto que la mayoría son series quirúrgicas, con ausencia de trabajos comparativos, retrospectivas y con sesgos de población1. En una reciente serie de 110 niños con neumonía en los que el 30% se complicaron con empiema8, al analizar retrospectivamente a los pacientes con tratamiento conservador frente a cirugía, no existieron diferencias respecto a duración de la fiebre y estancia hospitalaria. En otra serie1, el 52% de los niños con NNE evolucionaron con éxito mediante drenaje torácico, mientras que al 48% se les practicó una intervención quirúrgica, siendo predictores de mal pronóstico con tratamiento conservador el neumotórax persistente, la organización y el atrapamiento pulmonar. Cuando se practicó videotoracoscopia, la estancia fue mayor, aunque más efectiva desde el punto de vista clínico. Como en nuestro caso, se ha señalado que la fístula broncopleural aparece en el 55%, requiriendo tratamiento quirúrgico en dos tercios de los mismos9. Nosotros optamos por el tratamiento conservador, para permitir recuperar el parénquima pulmonar, puesto que la manipulación de los tubos torácicos previos había sido poco cuidadosa. Cabe reseñar la importancia de la TC en la NNE10, fundamentalmente ante radiografías poco concluyentes. Se debe señalar que el pulmón del niño presenta un máximo desarrollo a los 2 años y persiste hasta los ocho, de modo que los mecanismos de reparación son más acelerados, y permiten la restitutio ad integrum. En cualquier caso, el tratamiento ha de ser exquisito y la evolución en el tiempo, una de nuestras principales armas.
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